Mes a mes, como una cita ineludible, Asaja de Ciudad Real
viene celebrando su concentración de protesta y de llamada de atención ante las
autoridades. Para gritar que el agricultor y el ganadero tienen ahora más tarea
que antes. Que en otros tiempos había que arar, abonar, fertilizar, podar o
regar, y ahora, se les ha añadido las labores de denunciar, limpiar, reparar y
volver a comprar el equipamiento de riego, herramientas y demás elementos que periódicamente
son destruidos y desvalijados impunemente ante la atenta mirada de ese que todo
lo ve: el Ojo tecnológico.
Cómo recuerdo aquellas procesiones y novenas rogativas
protagonizadas por los campesinos pidiendo lluvia, cuando el campo estaba
desesperado de sed. Pero hoy, con la modernidad, las procesiones y las novenas
se han quedado en el recuerdo. Hoy el cielo está en otros menesteres. Por ejemplo,
la cuestión del agua se arregla con una reunión de autoridades que aprueban un trasvase. Eso sí, antes lo de la lluvia era algo aleatorio, pero
ahora siempre llueve hacia levante –ya sabemos que los humanos no somos
perfectos-. Digo que ya no se hacen rogativas, pero para no perder la vistosidad en las calles, ahora se prefiere organizar concentraciones y
manifestaciones políticas –que viene a ser lo mismo, pero con agnósticos, ateos
y no practicantes-, y no para pedir agua, que eso ya está arreglado y hay
delegados del cielo en las confederaciones hidrográficas…
En los campos de este siglo se ha cambiado lo de la fe por lo reivindicativo y ya no se
compran velas, cirios o exvotos para ponerlos en las ermitas. Se confeccionan
pancartas y se usan megáfonos, en vez de cánticos de plegaria, y se redactan
octavillas y comunicados para las autoridades y los periodistas.
Como decía, lo que se pide hoy –porque en esto aún no hay
delegados celestiales- es solución a los robos en el campo. Y si este asunto aún no está en manos de los mortales... ¿quién está en el cielo..?
El único de ahí arriba al que todos los agricultores conocen y saben de sus actos, es el Ojo tecnológico. Este sustituto es también un ser superior que vela por el orden y la legalidad en el campo, pero nada benevolente, que nunca premia a los buenos y siempre está dispuesto a castigar a los malos.
El único de ahí arriba al que todos los agricultores conocen y saben de sus actos, es el Ojo tecnológico. Este sustituto es también un ser superior que vela por el orden y la legalidad en el campo, pero nada benevolente, que nunca premia a los buenos y siempre está dispuesto a castigar a los malos.
El ojo que todo lo ve sabe, al milímetro, donde acaba la
linde de una viña, a cuánto asciende la ayuda de la Pac de cada uno sin variar
un céntimo y conoce lo que importa la indemnización del seguro por el pedrisco
pasado. Pero el mayor temor radica en que tiene un ejército de ángeles,
arcángeles, querubines y serafines que envía como plagas a las explotaciones
agropecuarias para acusarlos de herejía por utilizar para riego su agua bendecida
en no sé qué despachos celestiales.
Sigpac, ese ojo de nombre demoníaco, que todo lo ve, menos
los robos en el campo, tiene al campo sumido en un profundo pavor.
Cómo ha cambiado esto del labrantío… ya ni el Cielo es el
mismo.