miércoles, 27 de febrero de 2013

EL OJO DEL CIELO


Mes a mes, como una cita ineludible, Asaja de Ciudad Real viene celebrando su concentración de protesta y de llamada de atención ante las autoridades. Para gritar que el agricultor y el ganadero tienen ahora más tarea que antes. Que en otros tiempos había que arar, abonar, fertilizar, podar o regar, y ahora, se les ha añadido las labores de denunciar, limpiar, reparar y volver a comprar el equipamiento de riego, herramientas y demás elementos que periódicamente son destruidos y desvalijados impunemente ante la atenta mirada de ese que todo lo ve: el Ojo tecnológico.

Cómo recuerdo aquellas procesiones y novenas rogativas protagonizadas por los campesinos pidiendo lluvia, cuando el campo estaba desesperado de sed. Pero hoy, con la modernidad, las procesiones y las novenas se han quedado en el recuerdo. Hoy el cielo está en otros menesteres. Por ejemplo, la cuestión del agua se arregla con una reunión de autoridades que aprueban un trasvase. Eso sí, antes lo de la lluvia era algo aleatorio, pero ahora siempre llueve hacia levante –ya sabemos que los humanos no somos perfectos-. Digo que ya no se hacen rogativas, pero para no perder la vistosidad en las calles, ahora se prefiere organizar concentraciones y manifestaciones políticas –que viene a ser lo mismo, pero con agnósticos, ateos y no practicantes-, y no para pedir agua, que eso ya está arreglado y hay delegados del cielo en las confederaciones hidrográficas…

En los campos de este siglo se ha cambiado lo de la fe por lo reivindicativo y ya no se compran velas, cirios o exvotos para ponerlos en las ermitas. Se confeccionan pancartas y se usan megáfonos, en vez de cánticos de plegaria, y se redactan octavillas y comunicados para las autoridades y los periodistas.

Como decía, lo que se pide hoy –porque en esto aún no hay delegados celestiales- es solución a los robos en el campo. Y si este asunto aún no está en manos de los mortales... ¿quién está en el cielo..?

El único de ahí arriba al que todos los agricultores conocen y saben de sus actos, es el Ojo tecnológico. Este sustituto es también un ser superior que vela por el orden y la legalidad en el campo, pero nada benevolente, que nunca premia a los buenos y siempre está dispuesto a castigar a los malos.

El ojo que todo lo ve sabe, al milímetro, donde acaba la linde de una viña, a cuánto asciende la ayuda de la Pac de cada uno sin variar un céntimo y conoce lo que importa la indemnización del seguro por el pedrisco pasado. Pero el mayor temor radica en que tiene un ejército de ángeles, arcángeles, querubines y serafines que envía como plagas a las explotaciones agropecuarias para acusarlos de herejía por utilizar para riego su agua bendecida en no sé qué despachos celestiales.

Sigpac, ese ojo de nombre demoníaco, que todo lo ve, menos los robos en el campo, tiene al campo sumido en un profundo pavor.

Cómo ha cambiado esto del labrantío… ya ni el Cielo es el mismo.

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